Durante décadas, la representación femenina en el mundo del cannabis fue prácticamente inexistente, o limitada a estereotipos sexistas y marginalizadores. Pero esa narrativa está cambiando. Las mujeres están ganando visibilidad, voz y liderazgo en un sector que, poco a poco, se ve obligado a confrontar sus propios prejuicios y estructuras de poder.
Invisibilización histórica: el silencio impuesto
La relación de las mujeres con la planta de cannabis no es nueva. En muchas culturas ancestrales, ellas eran las encargadas de cultivar, preparar y aplicar remedios herbales, incluyendo el cannabis. Sin embargo, con la criminalización de la planta y el avance de modelos patriarcales de poder, estas figuras femeninas fueron silenciadas, perseguidas o descartadas como irrelevantes.
Durante mucho tiempo, la figura de la mujer canábica fue vista como desviada, irresponsable o moralmente cuestionable. Este estigma aún persiste y se entrecruza con la maternidad, la pobreza, la raza y la identidad de género.
Emergencia y transformación: nuevas narrativas en circulación
Hoy, mujeres de diversas trayectorias están tomando el espacio que siempre les fue negado. Ya no se trata solo de usuarias, sino de investigadoras, médicas, legisladoras, periodistas, cultivadoras, terapeutas, emprendedoras y líderes comunitarias.
Estas mujeres no solo se representan a sí mismas, sino que proponen nuevas formas de hablar, pensar y vivir el cannabis. Desafían el lenguaje técnico hegemónico con saberes populares, cuestionan modelos de negocio capitalistas con propostas coletivas, e introduzem valores como el cuidado, la equidad y la espiritualidad.
Prejuicios que aún persisten
A pesar de los avances, muchas barreras siguen presentes:
- Prejuicio social: mujeres que consumen cannabis siguen siendo juzgadas como “malas madres” o “irresponsables”.
- Falta de representación mediática: los medios siguen mostrando figuras masculinas como los “expertos” y mujeres como acompañantes o musas.
- Discriminación en el ámbito laboral: muchas profesionales canábicas deben ocultar su activismo o consumo por miedo a represalias.
- Hipersexualización: en eventos, marcas y campañas, el cuerpo femenino muchas veces es explotado en lugar de empoderado.
Romper con fuerza: redes, activismo y visibilidad
Para contrarrestar esta situación, están surgiendo redes de mujeres canábicas que se organizan local e internacionalmente. Estas redes promueven espacios seguros, formación política, estrategias de autocuidado, eventos feministas y contenidos educativos.
Además, muchas iniciativas están centradas en romper con los prejuicios sociales a través del arte, la comunicación, la espiritualidad y la acción política. La representación ya no es solo una imagen: es un proceso activo de reconstrucción simbólica y estructural.
Conclusión: representarse para transformar
La representación femenina en el cannabis es mucho más que una cuestión de género. Es una puerta para transformar todo el ecosistema: desde la forma en que cultivamos, até como consumimos, regulamos e nos relacionamos com a planta.
Romper barreras y prejuicios no es tarea fácil, pero es esencial para construir un movimiento canábico verdaderamente libre, plural y reparador.